Elegir tu futuro mientras sigues estudiando pero también jugando al vóley: nuestra student-athlete Francesca Indoni nos describe lo que pasó en los cuatro años que pasó en New York, entre los estudios y el vóley con el equipo de Queens College.
El relato de su experiencia:
«La decisión que más me guió hacia la elección de convertirme en estudiante-atleta fue meditada después de un análisis de los pros y los contras que tenía por delante al aceptar el desafío. Me encanta vivir mi vida sin arrepentimientos y temía que rechazar esa oportunidad se sintiera en los años venideros. Además, me encantan los cambios, las experiencias formativas y los retos, y este se presentó como tal en todas sus características. Prefiero no crear expectativas nunca, por miedo a que no sean respetadas, y esa vez tampoco lo hice. Pero ahora, en retrospectiva, puedo garantizar que mi experiencia podría haberlas confirmado todas.
Practicar deportes competitivos en una universidad estadounidense te hace sentir como una diosa en el Olimpo.
Los atletas en Estados Unidos son tratados con respeto, en algunas circunstancias con respeto y admiración, y la mentalidad competitiva estadounidense es muy parecida a la mía en muchos aspectos. A pesar de que sigue siendo complicado gestionar los compromisos deportivos con estudio. Luego, por supuesto, depende de las metas que un chico decida fijarse. Los míos eran casi inalcanzables, como siempre, ya que nunca me han gustado las cosas fáciles, y poder alcanzarlas no era fácil. Pero, como acabo de decir, eran «casi» imposibles. Con la motivación y la fuerza de voluntad adecuadas se pueden hacer grandes cosas, y no me puedo quejar del resultado final.
Y en un contexto como este, las diferencias con Italia son muchas. Lamentablemente tengo que decir algo contra Italia, que nunca ha dado mucho valor al mundo del deporte competitivo (excepto el fútbol) y que también podría hacerlo mucho mejor en el sector educativo.
Vivir en un entorno tan estimulante trae tantos recuerdos dentro de ti
Sin duda, lo más emocionante fue durante el juego Senior Night (último partido para estudiantes de último año) en Queens, New York. Ese año fui la única Senior de mi equipo y por eso presumí de un trato especial que nunca olvidaré. Mis compañeras pusieron carteles con banderas italianas (incluso al revés), con mi nombre, con pasta cruda pegada con cinta adhesiva (sí, los estereotipos siguen siendo muy fuertes) por todo el gimnasio justo antes de que yo llegara. Pero el detalle más emocionante de todos fue cuando, en el momento del habitual himno estadounidense antes del partido, comenzaron el italiano en su lugar.
Me conmuevo con gran dificultad, pero juro que en ese instante rompí a llorar como una niña.
Estas son experiencias únicas que recomendaría sin dudarlo a cualquier persona que conozca. Tan pronto como regresé a Italia, no satisfecha, me matriculé de nuevo en una universidad en Roma y continuaré mis estudios para incorporarlos a los anteriores. Me gustaría trabajar en el mundo del Marketing, la Comunicación y la Publicidad».